Me considero una fanática de las tradiciones. De los rituales que forman una comunidad y los hábitos grupales y/o culturales que tejen una familia ó un grupo de personas. Soy purista -pero no tanto- así como me gusta que en la cena de navidad se sirva la misma comida todos los años y he tenido el mismo calendario por una década entera, también me gusta declarar nuevas tradiciones en mi vida y el sentimiento de impaciencia mezclada con gusto de esperar a que vuelvan a llegar; como cuando estableces que el friendsgiving es ahora obligatorio ó cuando tienes un nuevo aniversario. Para mi el cierre redondo de un año, es un ritual que disfruto tal vez demasiado. Me gusta la reflexión de cerrar un ciclo porque saboreo el análisis de cada detalle que me ayuda a entender qué le pasó al tiempo y me ayuda a mantenerme en un estado de gratitud y sobretodo me hace sentirme muy presente dentro de mi propia vida. Y también porque me encanta el sentimiento de nuevas posibilidades. Porque el cerrar un ciclo siempre viene acompañado de abrir uno nuevo. Y abrir un ciclo es casi tan emocionante como abrir un regalote con un moño rojo gigante que tiene tu nombre. Santa sigue llegando cada año y amo el sentimiento de imaginar qué será lo que hay en la cajota que me trajo. La navidad es muy importante en mis rituales de vida. No importa qué tipo de año ó que momento estoy viviendo, cuando se empiezan a prender las lucesitas y es politicamente correcto ponerse el sueter navideño y sacar el arbolito, todo parece estar mejor. Aún en pandemia mundial. La época de navidad es mi favorita sin lugar a dudas, no hay un momento en el año en el que yo prefiera vivir y no importa que tan diferente sea mi forma de vivir esta época a través de los años, sigue siendo mi favorita. Y cuando le agregas que justo después de diciembre sigue el mes de mi cumpleaños, -pum!- es una época de la que no quiero salir y quiero saborear cada instante y cada detalle y que no se me vaya ninguno. Como cuando te enamoras de la historia en un libro y no quieres que se acabe, eso siento yo cada que empieza diciembre.
Mi 2020 empezó en un yate con parte del grupo de personas que más quiero en el mundo, viendo los fuegos artificiales en la bahía de Puerto Vallarta. Ese día descubrí lo cómodas que pueden ser las sillas de acampar, confirmé mi teoría de que las mejores fiestas se dan entre un grupo muy pequeño de personas, creo que recordé a mi mamá con esperanza por primera vez desde que se fué y es una de las pocas veces que puedo contar no estar celebrando algo alrededor de una mesa. Lo cual fue extraño y me causó ansiedad de inicio (acuerdense: tradiciones) pero resultó ser una noche muy divertida y llena de paz. Como todos los inicios de año estaba llena de sentimientos de posibilidad, oportunidad, fé, certeza nerviosa y mucha ilusión de que el ciclo nuevo “me trajera” todos los momentos que yo esperaba vivir. Y por supuesto, momentos trajo… Creo que el momento de alegría mas profundo que sentí este año (2020) fue uno de plena soledad, cuando descubrí que yo no soy lo que hago sino lo que soy, por redundante que eso se escuche. Entendí por fin que ser, es más valioso que hacer. Y que sólo SER, es la actividad más femenina del mundo. Aprendí un nuevo significado del verbo soltar, cuando a media pandemia parecía que el cierre de mi negocio de 10 años sería inminente y pasé por todo el espectro de emociones hasta que me estacioné en la confianza. Mi susto más grande no tuvo nada que ver con la pandemia sino con un episodio en la vida de mi papá, uno que tenemos la enorme, gigante y agradecida fortuna de poder olvidar. ¿Mometo de risa más fuerte? No pude escoger… pero pudo haber sido con los guau guau. Abrí un negocio y también cerré uno. Trabajé en unas metas y olvidé otras. Mi equipo de trabajo se contrajo en número pero creció en experiencia y sobretodo en la capacidad de aceptar el cambio. Me terminé de enamorar de escribir y empujé la parte de mi que es hermitaña a compartirse con el mundo. Toco un poquito mejor el piano, pero sigue siendo un hobby de medio tiempo. Extrañé muchisimo el cine. No me dio Covid (yo creo que soy inmune). Me cambié a desodorante sin aluminio por aquello del alzheimer pero todavia no encuentro uno que me guste. En contraste, sigo usando el mismo perfume así que oliendo igual desde 2002. Si un día descontinúan mi perfume, creo que tendré una crisis de identidad. Alguien infórmele a Armani, no vaya a ser…
Jack -mi chucho- sigue siendo mi compañero de vida y este año se le empezo a notar la vejez. Taché de mi "bucketlist" el atender a un seminario de Tony Robbins y recordé que mi mamá decía que el perdón era la llave de la felicidad, con más frecuencia de lo que me gusta admitir. Leer es mi actividad favorita. La librería es un lugar mágico en mi mundo. Las de verdad, no las digitales, aunque ya me convencieron el año pasado y ya leo en el kindle, pero no todo, y a veces cuando me gusta mucho algo en digital, lo vuelvo a comprar en papel. Como todos los años, leí libros que me marcaron, otros olvidables y muchos que me entretuvieron. Algunos hasta me acompañaron. Esta es la lista de los que SÍ terminé, porque no están ustedes para saberlo pero también en eso soy desordenada y en distintos momentos puedo estar a medias de 5 ó 6 diferentes. Ya sé que sólo deberías de hablar con una persona al mismo tiempo pero me gusta la variedad. Trato de terminar todos los que empiezo pero como ya valoro más mi tiempo, ya no me obligo como antes, si no me gusta después de la mitad, lo dejo. Algunas veces lo vuelvo a intentar y descubro que siempre si me gustó. Tengo libros que como amigos, están en la lista de todos los años. Que extraño y que vuelvo a leer y otros que a veces dejo que se me olviden sólo con el objetivo de volverlos a descubrir. Hay años que leo más ficción y otros que me da el gusano del negocio ó de la biografía ó de la motivación. Hay años que sólo me permito leer novelas clásicas y otros en que me animo a descubir las modernas. Hay años que no me permito leer novelas porque no se de donde saqué que es como un desperdicio de tiempo, cosa que ahora creo es totalmente falsa. Esta lista no está en orden de importancia, sino cronológica. Como los voy terminando los voy apuntando y los que tienen un mayor significado para mi, tienen un *. Y el significado puede ser variado: me enseñó algo profundo, es uno de mis favoritos, creí que el autor estaba diciendo cosas nuevas, es de los que repito cada año, me pareció valiente su punto de vista, etc. Los nombres están en inglés y en español, porque ese es el idioma en que yo leí el libro y no busqué su traducción y no quiero inventarla. Como en las películas, luego les cambian el nombre a algo no tan literal.
1. Olive Kitteridge, de Elizabeth Strout. Lo recomendó Oprah.
2. Start with why, de Simon Sinek. *
3. El libro negro del emprendedor.
4. El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl. *
5. Breaking the habit of being yourself, Joe Dispenza. *
6. Hazlo, Seth Godin. *
7. The Karma of love, Geshe Michael Roach. *
8. La desaparición de Stephanie Mailer, Joel Dicker. (mi autor novelero moderno favorito)
9. ¿De qué tienes hambre?, Deepak Chopra.
10. But I deserve this chocolate.
11. Getting to I do, Patricia Allen. Lo recomendó la Bris.
12. La estrategia del océano azul.
13. La vaca púrpura, Seth Godin.
14. Carry On warrior, Glennon Doyle Melton.
15. Speed reading, Justin Hammon.
16. No necesitas café, Gonzalo Díaz Baez.
17. The compound effect, Darren Hardy. *
18. Setting the table, Danny Meyer. *
19. The pumpkin Plan, Mike Michalowickz.
20. The lean startup.
21. Juan Salvador Gaviota.
22. Taking the leap, Pema Chondron.
23. When food is love, Geneen Roth. *
24. El Coach de Sillicon Valley, Eric Schmidt, Jonathan Rosenberg.
25. Delay, don´t deny, Gin Stephens.
26. Living Forward, Michael Hyatt & Daniel Harkavy. *
27. Restaurant Owners uncorked, Will Brawley.
28. You are a badass, Jen Sincero.
29. Women, food and god. Geneen Roth. *
30. Fast, feast, repeat. Gin Stephens.
31. Mister Black. PT Michelle.
32. The monk who sold his Ferrari, Robin Sharma. *
33. The little black book of astonishing success, Robin Sharma.
34. What I know for sure, Oprah Winfrey.
35. When things fall apart, Pema Chondron. *
36. Originals, Adam Grant.
37. When breath becomes air.
38. Unlimited Power, Anthony Robbins.
No todo ha sido viajes a la librería y lindo aprendizaje. Este año dejé que el miedo me paralizara en más de una ocasión. Hubo muchos días en que sentí que no tuve la fuerza para levantarme de la cama y si, hubo algunos en que no lo hice. No estoy orgullosa de ese hecho, pero es parte de mi. No incluirlo en mi reflexión anual es sólo negarlo y evitarlo, cosa que al final hace que esos días en realidad, no sirvan de nada.
Este año tampoco arreglé mi problema de la espalda y la mitad de mi closet no me queda. Cociné menos que otros años y estuve muy estresada al respecto. A lo mejor era momento de descubrir otras partes de mi. En este 2020 tuve momentos de debilidad y muchos de valentía. Tantos que para mi tiene un significado nuevo. Hubo momentos de miedo profundo, que se sintieron como desafíos en donde parecía que un mounstruo tipo Godzilla venía corriendo a toda velocidad directo hacia mi y yo estuviera parada en un montículo de tierra que se deshacía poco a poco, rodeada de nada más que agua profunda y desconocida, sin poder correr hacia ningún lugar. Esto me hizo pararme en mi misma como nunca antes lo había hecho, sentir lo que es coraje y valentia desde un lugar de calma y no desde un lugar de pánico. Tomar decisiones con la mano y el corazón temblando, pero bien parada en mi montículo. Este enfrentamiento, más veces interno que externo, es lo que más me llevo conmigo hacia el siguiente ciclo. Hay una magia poderosa detrás de saber que pudiste con algo que creías que no podías. La magia se multiplica cuando descubres, que eso que creías que tendrías que atravesar sola -aunque nadie más puede hacerlo por ti- resulta que está rodeado de un pasillo metafórico alineado con gente que está echando porras y recordándote que ya has hecho esto antes, sólo no se veía así. Y que donde te caigas, habrá alguien en esa parte del “pasillo” para ayudarte a recobrar el rumbo.
Lo que más me llevo de este año: gratitud y momentos de alegría nueva. Una que tiene que ver sólo conmigo misma. Termino el 2020 más agradecida de lo que empecé y sintiéndome profundamente querida por mi gente, por mi equipo de vida y por mí misma. Y más aún, porque terminamos (casi) completos y estamos todos los que somos y somos todos los que estamos.
Mi 2021 empezó en Tapalpa con parte de otro de los grupos más importantes de mi vida y una de mis amigas de vida favoritas. Empezó alrededor de una mesa ahora sí, con uvas y burbujas aunque un poquito tarde, porque la plática estaba tan buena que el abrazó sucedió por ahí de las 12:20am. Empezó con descanso, mucha lectura, risas, vino y comida de sobra, mucha amistad y mucho amor que me hicieron sentir el corazón llenito y panzón de alegría.
No creo en las resoluciones de año nuevo. Para ser alguien enamorada de las tradiciones y clichés, este es uno con el que desde hace ya varios años acepté, simplemente no concuerdo. Creo que el nuevo ciclo trae consigo una energía nueva y que esa sí es muy útil para empujar las metas – que preferentemente – ya tenías empezadas y visualizadas. De hecho creo que esto del propósito de año nuevo genera más estrés que determinación, como si hubiera que probarle algo al mundo.
Hace unos años en una posada, alguien introdujo una actividad donde todos los que estábamos ahí, teníamos que decir de qué era el corazón que queríamos tener en el año nuevo. Si querías tener un corazón de perdón, un corazón de aventura, de nuevos proyectos, de amor, de trabajo ó a lo mejor un corazón de corredor, etc. Ahora no tuve esa posada porque no hubo porque Covid, pero me gusta mucho el momento donde todos anuncian el corazón que esperan para el año que empieza y siempre siento muchos nervios cuando me va a tocar a mi porque siempre quiero tener el corazón de muchas cosas y escoger una, la que en ese momento siento más importante, me cuesta siempre trabajo. Este año no me ha costado tanto trabajo decidirme de que quiero llenar mi corazón, y si, como todos quiero muchas cosas y variadas, quiero tener corazón de hija, de hermana, de amiga, de líder, de certeza, de alegría pura, de amor, de abundancia, de bondad, de inspiración, de esperanza, de salud, de fuerza y de energía creativa; y este año quiero agregar un nuevo corazón, para 2021 también quisiera tener corazón de mamá.
Te deseo que en este nuevo ciclo de tiempo, tu corazón esté lleno de eso que tanto quieres. Que aprendamos todos a reconocer que cuando nuestro corazón no está lleno de esos deseos, hay algo que aprender y que no por eso, no podremos tener lo que sí queremos. Que nunca es tarde para nada, que siempre se puede volver a empezar y que la edad es sólo un número.
Que el 2021 sea el año que más disfrutes de tu vida hasta ahora y que siempre actúes con la integridad que tu propia vida merece. Te deseo puras decisiones que te hagan sentir orgullos@, un camino sin muchas piedras, que te encuentres a ti mismo si te perdiste y que si no te has perdido, nunca lo hagas.
Que en 2021 no extrañes a nadie y te reciban siempre donde quieres estar. Feliz fin de ciclo y feliz inicio de año, que esta energía que siempre trae el inicio, te dure hasta el 2022. Hoy brindo por un año en donde todos estemos más cerca, porque sea un año lleno de grandeza y libre de dudas.
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